martes, 18 de agosto de 2009

Roca



Como en la tele, sí en esa pela de kung-fu, yo también soy paciente, me quedo inmóvil, medito, soy uno con el pavimento, parezco duro, pasado, la gente apenas me toma atención, me ven sucio, mal oliente y penoso. Pero es una estrategia, es un don, aprendí a vivir de la calle, de la basura, de la paciencia, como Sidarta.

Me tiran piedras, escupen, orinan, maldicen delante, detrás, soy un ignorado y un ignorante. He perdido el sentido del gusto y del olfato, pero la vista y el oído se despuntan contra cualquier peligro, ahorro mis energías, dosifico la respiración, disminuyo la cantidad de latidos que da el corazón, trato de no incomodar.

Llevo días en este lugar, no he probado alimento decente desde la última vez que Sarita me dio un plato de sopa caliente, si sor Sarita linda la monjita, con sus ojitos pequeñitos ocultos detrás de ese par de binoculares. Ella no tenía miedo, aunque no entendía muy bien lo que me decía, alguna vez me toco el rostro, alguna vez indicó que pasara a sus aposentos. Eran mis primeros días de soledad, aun se me veía fuerte, sólo algo confundido, meditabundo, aun no olía tan mal, es más aun podía oler y saborear.

La gente ya no me siente se han acostumbrado a mi presencia, los perros ya no me ladran, es más lamen mi mano y hasta uno que otro ha traído su pelota, juegan conmigo. Ni los pirañas se me acercan, sólo miran de lejos, son pendejos, comentan, dicen que me han visto antes, las chibolas no pasan por la esquina, pero eso ya no importa, yo no quiero nada con ellos, sólo quiero verla de nuevo, aunque sea de lejos, pero nunca sale, o al menos no por esa puerta, no por esta calle, aun recuerdo, su rostro, es como ver a su madre.

Yo no tengo nada que perder y nunca lo tuve. Pan y agua, pescado y cerveza, así he sobrevivido en mis días mozos. Pero esa huevada me cago, se me desprendió algo ese día, no sé si fue la caída o la intoxicación, no lo recuerdo, no quiero hacerlo, pero tampoco quiero olvidarlo, por que sino olvidaría su rostro, su habitación, sus pechos firmes, los ojos pequeños, temerosa, pero mirándome fijamente, me atrapaba, me impedía respirar, y yo gritaba, me dolía la cabeza, me golpeaba contra el suelo y ella intentaba detenerme, con las manos, los muslos, la pelvis, intentaba callarme, asfixiarme, hasta que no me pude escapar, terminamos atados, engarzados y en eso entro la gorda, a ella si la entendía. Desgraciado, hijo de puta, degenerado, palabras que aun no he podido asimilar, Sarita tendida había cambiado la felicidad por el horror, trate de reincorporarme, pero caí, escuche muchas voces, hombres mujeres, hice el esfuerzo, logré huir, pude esconderme debajo de una piedra y esperar.

He aprendido a ser una roca, a soportar el tiempo y formarme con el viento, he soñado muchas veces con este día, he tratado de borrar tantas veces estos recuerdos, pero siempre he querido verte hija mía, discúlpame por no poder darte nada, pero al menos deja que cuide tu puerta, seré uno con los perros y las ratas, solo permíteme estar cerca, soy un roca, un pedazo de nada, pero tus pequeños ojos son la única razón para seguir sobreviviendo así. Una ventana del segundo piso se abre ligeramente, una niña se asoma con cuidado. Toma leche y pan, tampoco entiendo lo que dice, pero con esto podré vivir unos cuantos años más.

2 comentarios:

  1. Que bella historia has escrito amor. No sé como se te ocurrió supongo al ver esa imagen que dice tanto... empezaste a escribir y sin duda logras transmitir "la indiferencia", "la soledad" que siente aquel hombre - roca. Como tantos que vemos a diario y ya nos hemos acostumbrado a ignorarlos. Pero dime cómo te nació escribir precisamente a ti esta historia?? En serio me gusto mucho, besos y siga escribiendo!!

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  2. es aquella roca que esta en ti, en mi y en ella...esa que pasando vida esta y no esta ..ja!..alguna vez lei sobre un tunel donde uno podia escapar tan solo con soñarlo..asi aquel guardian del tren podia recordar su futuro..apago el televisor..

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